A través de la pantalla del
televisor vi a una madre anunciándole a su hija que había sido seleccionada
para formar parte de un grupo de cantantes. Ambas lloraban de felicidad. La
madre porque estaba orgullosa de su hija y de ser la encargada de darle la
novedad. La hija porque no sabía aun el resultado y no lo esperaba dicho por su
propia madre.
Como yo, muchos se enternecieron
con esas escenas y con otras similares que reflejaban la experiencia vivida por
los elegidos.
Suele sucedernos que nos ponemos
felices cuando observamos cualquier situación donde se aprecia el amor
familiar, conyugal, de amistad, o un emotivo festejo tras el triunfo en una
competencia, etcétera.
Nos
emociona ver a los padres despidiendo a sus hijos que van solos por primera vez
de vacaciones. O la pareja recién casada que es agasajada por sus seres
queridos.
En definitiva, solemos acompañar
con nuestra propia felicidad la de aquellos que, a veces por los medios o
frente a nuestro camino, nos muestran la suya.
Hay un sólo motivo para que esto
pase: DESEAMOS Y AMAMOS, PROFUNDAMENTE, LA FELICIDAD. Y no tan sólo la nuestra.
Todos amamos y deseamos cosas
similares.
Nos gusta ver seres humanos
felices porque sabemos lo hermoso que es la felicidad.
Por nuestra propia experiencia,
somos conscientes del gran esfuerzo que representan muchos logros ajenos.
Sabemos valorar cuanto tesón e ilusiones se ponen en la vida para tener: un
estudio, un trabajo, un hogar, una pareja, una distinción o una mera valoración
positiva hacia nosotros.
¿Qué pasa entonces que no siempre
trabajamos para la felicidad?.
Todos tenemos deberes y derechos,
pero si cumplimos con nuestros deberes ¿Por qué en ocasiones vulneran nuestros
derechos?. ¿Por qué lo permitimos?.
¿Es nuestra única salida
quedarnos esperando que alguien decida no frustrarnos más?.
Saldríamos enloquecidos a
enfrentar a quien molestara cruelmente a nuestro ser querido. Te pregunto ¿Qué
crees que pasa cuando vulneran tu derecho?. ¿Crees que no vendrán más tarde a
vulnerar el de tu ser amado?. ¿Piensas que lo que empieza en ti también
terminará en ti?.
Es cierto que amamos la
felicidad. Pero para tenerla realmente, no debemos permitir que la manipulen a
su antojo. No sólo tu felicidad, también la del desconocido aquel. Porque tarde
o temprano, el abusador vendrá a derribar tu puerta.
Sin respeto y aprecio por la
felicidad de unos y otros es imposible la felicidad.
Sin unión de los unos con los
otros es imposible alcanzar y trabajar para la felicidad verdadera.
Foto tomada por el autor |
"EL MENSAJE”. Autor: Daniel Adrián Madeiro *** Este material puede ser copiado, impreso, difundido etc. sin cargo, libremente. El autor no autoriza su uso comercial. --- Copyright © Daniel Adrián Madeiro. Todos los derechos reservados.
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