En una nota elaborada por el Sr. Enrique Valiente Noailles, para el periódico argentino
Él pregunta: -Cuando llora de
hambre un niño en medio de la noche, ¿En vez de leche habremos de darle armas?-.
Luego, se dirige al presidente del
Banco Mundial, Sr. James Wolfensohn, presente en el lugar, y lo exhorta a que
los organismos de financiamiento internacional vean la posibilidad de analizar
cuánto destinan al presupuesto militar aquellos países que piden créditos.
El Sr. Wolfensohn, al subir al
estrado, abraza con complacencia la idea expuesta por Arias, y lo invita a
presentarla ante los cinco países más poderosos del planeta.
¿Se habrán reunido?. Cuando eso
suceda, ¿Tendrá éxito la idea de Arias?. ¿Se reducirá el financiamiento
otorgable a los países que tienen enormes gastos en industria armamentista?.
Luego, el necesario desmantelamiento
de la producción de armas ¿Es un elemento suficiente para erradicar la
pobreza?.
Todos comprendemos que la respuesta
es compleja.
Hace algún tiempo leí un sucinto
informe de Thalif Deen, Naciones Unidas, de Enero de 2002, para IPS (Inter
Press Service). Da cuenta que, según el Banco Mundial, “aproximadamente 1200
millones de personas viven con menos de un dólar por día, y casi 3000 millones
viven con menos de dos dólares diarios”.
Esto significa que alrededor de tres
cuartas partes de la humanidad vive muy mal, si es que se puede llamar “vivir”
a ese cotidiano padecer.
Como indica un estudio de la
Organización de las Naciones Unidas: “La pobreza es una razón importante de
que los bebés no sean vacunados, de que no haya agua potable ni saneamiento, de
la escasez de fármacos y otros tratamientos y de que las madres mueran durante
el parto”.
Los problemas de desigualdad,
marginación, pobreza, y a raíz de ello de enfermedad, desnutrición, falta de
educación, muerte prematura, etc., no son nuevos. Acompañan a la humanidad
desde su origen.
Los seres humanos somos mucho más
voraces de lo que sospechamos.
Si tenemos presente que, como señalan
algunas teorías científicas, los dinosaurios podrían haber desaparecido como
consecuencia de la aparición en escena del hombre, tenemos una vaga idea sobre
nuestra capacidad de dominio y de destrucción.
De hecho podemos ver que, siendo
seres tan débiles y desprotegidos durante los primeros años de vida, llegamos
hasta aquí prevaleciendo sobre las demás especies.
El desarrollo del cerebro ha tenido
mucho, muchísimo que ver en ello.
Pero la inteligencia ha sido una
herramienta ocupada en buscar la forma de prevalecer los unos sobre los otros.
En cambio, la inteligencia debe ser
una herramienta para buscar el bien común.
Somos altamente inteligentes. Podemos
lograr ser altamente felices.
Oscar Arias Sánchez preguntó: -Cuando
llora de hambre un niño en medio de la noche, ¿En vez de leche habremos de
darle armas?-.
James Wolfensohn se mostró interesado
en encontrar una respuesta.
Todos debemos empezar a buscar
respuestas a tantas preguntas dolorosas que asolan este planeta.
Estoy totalmente seguro que hay
muchos oídos que comenzarán a escucharnos complacidos.
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