En una isla diminuta hasta el
extremo, rodeada por un océano interminable que la separaba de otras quizá
habitadas, existieron varias razas de hormigas -rojas, negras y demás-, de
tamaño realmente insignificante.
En sus comienzos, la escasa
cantidad de estos insectos permitió una vida placentera para todas. Las unas
poblaron los márgenes de un río, las otras las cercanías de un lago.
Con el paso del tiempo crecieron
y se multiplicaron en tal forma, que grandes grupos, de distintos bandos, se
vieron obligados a emigrar en busca de nuevos asentamientos.
Así comenzaron las primeras
batallas.
Carentes de la capacidad de
razonar adecuadamente y llegar a un acuerdo (al menos eso es lo que desprendo
de los hechos) disputaron a muerte la propiedad de la tierra y sus riquezas.
Las más fuertes ganaron la posición mientras que las más débiles huyeron a
terrenos inhóspitos.
No tardaron mucho en reiterarse
los enfrentamientos pues las comunidades volvían a crecer.
A todo esto se sumó la
prepotencia de grupos intrínsecamente belicistas que arremetían contra
pacíficos pobladores de otras zonas.
Hubo muchas guerras y muchas
muertes; pero llegó a aceptarse como una parte de la vida.
Crecieron así, en la isla,
millones y millones de hormigas de todo tipo, sin otra preocupación que
cuidarse de sus enemigos y recolectar para sí la mayor cantidad posible de
alimentos.
Pero las cosas no acabaron allí.
También en el tema de la alimentación creció diariamente la cuota de
insensatez.
En las comunidades que llevaban
una vida signada por los enfrentamientos la preocupación por la comida las
llevó a almacenar toneladas de vegetación, previniendo largos sitios.
Todos los lugares cercanos
quedaron transformados en desiertos y los almacenes subterráneos no fueron otra
cosa que simples pudrideros.
En tanto, las hormigas que vivían
en regiones pacíficas también fueron atacadas por el estado de cosas en
aquellas regiones y asoladas por hordas hambrientas que sembraban la
devastación.
Paulatinamente, el caos creció en
toda la isla con guerras totales y arrasamiento voraz.
Pocas sobrevivieron al
holocausto; tan sólo para terminar devorándose unas a otras, pues era tarde
para cualquier intento de solución.
Hoy aquella isla diminuta, es un
páramo rodeado por un océano interminable, aislado de otros lugares en los que
espero que no haya acontecido lo mismo.
HORMIGAS: los hombres. ISLA: la
Tierra. OCEANO: el Cosmos. VEGETACION: los recursos naturales.
Foto tomada por el autor |
“EL MENSAJE”. Autor: Daniel Adrián Madeiro *** Este material puede ser copiado, impreso, difundido etc. sin cargo, libremente. El autor no autoriza su uso comercial. --- Copyright © Daniel Adrián Madeiro. Todos los derechos reservados.
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