Se afirmó sobre
la parcela
más sólida del
terreno,
plantando allí
sus pies
de piedra, acero
y cemento.
Desde entonces
se irguió despacio,
con ladrillos y
argamasa
cabalmente
tejidos,
hasta alcanzar
la altura
que su función
prescribe.
Se cubrió de
tejas
contra el sol y
la lluvia,
y amplió su
propio espacio
con puertas y
ventanas.
Puedes verla
maciza,
inamovible,
fuerte.
Así debiera
obrarse
en la hechura de
un hombre:
trabajar sobre
firme,
de abajo para
arriba;
dejaríamos de
ser
tolderías temblorosas.
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